Stanislav Aristov |
Sepelio de agua. Siembra de naufragios en el libro de cuentas de una noche cualquiera. Se inhuma la palabra y la carne es presagio. La voz se vuelve fósforo quemado sellando con su huella el hartazgo del hueso. No hay logo. No hay signo. Se plagian los huecos en una alegoría del abismo. En la cuneta de un margen la sobredosis del sonido pincha con la aguja del grito.
©Celsa Barja
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